Las palabras

sean por quien sean leídas,

escuchadas,

oídas,

las incógnitas despejadas.

Pueden dañar.

 

Las pausas

sean o no adecuadas,

las bases acertadas,

las metas no alcanzadas.

Pueden dañar.

 

Al autor que las ve con unos ojos

y al resto que con otros.

Pueden dañar.

 

A quien las ignore.

No pueden dañar.

 

A quien dañe,

por imaginación,

por certeza,

por conocimiento o su ausencia.

Perdón.

Ha sido sin pretenderlo.

Secuelas

Recuérdame

Niño muerto

Lodesandado

Mirusté

Sigan

Bobo solitario